sábado, 22 de enero de 2011

El Bar Delicias



Las últimas tardes con Teresa es un libro totalmente infumable desde mi perspectiva de adolescente con inquietudes en La SonrisaVertical y en Lestat el vampiro de Anne Rice. La literatura erótica y la sangre, cebolla y estaca eran mis quehaceres en época de selectividad. A mí Joan Marsé me la traía al pairo. Luego ya me enmendé hacía su pluma y persona, y cayeron en mis manos Lolita's Club y el Amante bilingüe. Aprobados justos.

Las últimas tardes con Teresa, es el recorrido minucioso por el barrio del Carmelo de los años cincuenta y la historia de amor entre un rondeño macarra emigrante y una Chabeli Iglesias de San Gervasi. El Carmelo con algo más de billetes de por medio, de bienestar en general, sigue (antes de venirme a Madrid) la esencia de Marsé. Un pueblo más que barrio, con sus gentes humildes y trabajadoras más que perros con patillas y caballos.

Me gustó que hablará del Bar Delicias. Siento un profundo amor por él. Incluso he llegado a soñar, y no siempre dormida, con sus sabores. Es el típico bar de barrio, el lugar de encuentro y tapitas fantásticas de los domingos medio día. Domingos por poner un día base, pero el Deli no tiene mucha persiana bajada. Sus patatas bravas de dos salsas, que no son bravas exactamente, te anulan como ser social. Te canta la boca durante dos días, pero créanme, que merece la pena. Qué calamares, qué ensaladillas, qué chipirones, qué Estrellas tan bien servidas. Se llega con el 24 o el 92, cuando la Carretera del Carmelo deja atrás el Parc Güell y los famosos Edificios Verdes. Y si andas tres minutos tienes unas vistas de Barcelona privilegiadas. La terraza mola, pero a título personal, nunca la hago servir. Me da un palo eterno que mis vecinos me observen ponerme gorda. Prefiero que vean los resultados y punto.

El Carmelo es el mejor barrio del mundo. Y el Delicias contribuye a ello.

1 comentario:

  1. Servidora tuvo la suerte de pasar una resaca de domingo a base de delicias fritas con la lila. Y sí: a escondidas de los vecinos del Carmel. Pero seamos sinceras: pá que no sufrieran de envidia. :)

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