lunes, 13 de junio de 2011

Palabras y comida.

 A Peral.
En el sofá solo habían dos cosas, palabras y comida. En la cocina se calentaban las miradas, y en la mesa se comían los debates. El sofá era lo único que unía. Ella era verde, él era naranja. Cada uno se peleaba en argumentos para defenderse de los colores del otro. Y mientras tanto, degustaban y sonreían. Antes del sofá y comida, había una tormenta de día oscuro en el salón. Y después del vino y postre el sol salía y verde y naranja se sonrojaban. Habían caricias de vino. Pero no llegaban al postre. Eran caricias con varias lecturas, pero como en un principio solo se traba de comer y hablar, ni él ni ella leían líneas. El cocinaba como genio, ella devoraba como víbora. Hasta que dos meses después de cuestionarse la esencia del sofá sin saliva, de comida de miradas y caricias de vino... ella le robó un beso y el color. Él se quedo blanco y negro. Y no comieron más palabras, no hablaron más de comida.

Es la pequeña historia de un sofá de comida para dos. De colores de uno solo.

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