domingo, 17 de octubre de 2010

Cuando yo viví en Madriz


Todo lo que marca registrada “Rocío Niebla” proceda, o se de, per se, se sabe que muchas posibilidades hay de que sea una bizarrada de competición y premio asegurado. Con lo que, cuando yo cuento, parezco la cuenta cuentos del reino de los culebrones. Historias la mar de fantásticas y asombrosas (del“imposible”). Y todo de la mano de la verdad. Cómicas y poco ligeras, pero siempre habladurías propias de abuela a nietos.

Pues cuando yo viví en madriz...

En este piso de dos metros cuadraos, paso algo. Aún no sé muy bien qué es. Miedo de poco tengo. Pero a veces, noto yo cosas difíciles de asimilar. Cierto es, que desde que llegaron las andaluzas de al lado, que prácticamente es como si pagaran conmigo el alquiler, parecen que viven aquí, todo se escucha y radio patio pasa a ser radio pared, las manifestaciones extrañas se han ido aparcando. El sur ha traído castañuelas y ajos.

Llegamos Iván y yo, a Madrid, sin conocer ni que al pedir una birra te dan una tapa gratis (“oiga, que yo no he pedido este plato de ensaladilla”). Al poco, un día al desnudarme para ducharme (tendría que salirme yo del piso para que cupiese una bañerita) me di cuenta que tenía mi estómago arañado. Raro, porque soy de moraos, nunca de zarpazos. Y al inspeccionar a Iván, sus mil arañazos que tenía él también. No me jodan! que raro es, que ambos tengamos el cuerpo pos sesión salvaje de porno.

A los detallitos de los cuerpos serranos marcados añadir, que la puerta del altillo cada vez que entrábamos juntos a la casita del perro (por medidas es el nombre de este piso) nos lo encontrábamos abierto. Hasta cuatro veces. ¿En el altillo, a parte de todos los muebles de mierda que nos dejó Gonci (nuestro casero engañao, “Madrid tiene de todo”. Sí, de hecho yo desde la ventana mía veo el mar) qué coño hay? Yo qué sé que hay ahí, todo sea que en una de estas me salga Lis Costa vestida de cabaret bailándome al son de David Bowie cualquier poesía de aire catalán progre.

Un joven adorable que se preocupa por nosotros, la estabilidad y la supervivencia de sus retoños extraviados en Madrid, por mera curiosidad, y bajo mi percepción por algo de cachondeo también, introdujo en el google tres fantásticas palabras. Narváez (mi calle), 72 (mi número) y “sucesos”. Total, sorpresa la nuestra encontró cero óperas sin fantasmas, ni contenido amarillo de cuarto milenio. Algo mucho mejor. En mi edificio. Hay putas.

Os dejo el link, invitándoos amablemente a que conozcáis a Chocolatito (que conste que el mote ya venía de serie) y lo más importante, el escenario donde la trabajadora calienta motores y presenta su book. MI CORRALA.

http://www.mundoanuncio.com/anuncio/negrita_sexy_soy_una_estudiante_muy_mala_jugamos_1223828403.html


Así que por el momento fantasmas no tengo, pero “chocolate” pa mojar churro todos lo que quieran.


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