Cine pandereta

Al cine español hay que darle una oportunidad. Aunque sea a regañadientes y deseando parar la película cada cinco segundos durante la primera media hora. Nos hemos acostumbrado a velocidades de “Jolibud”, a un montón de petardos y fuegos varios de coches que se estampan, a tías huecas pero con buenas tetas. Pero señores, no nos engañemos, en su mayoría los guiones son un patrón más simple que hacer macarrones (ahora que me estoy volviendo cocinilla). Allí, las etapas del "viatge de l'heroi" se cumplen sí o sí. Mira tú, qué creativos.

Si de algo se puede presumir aquí, es de presupuestos de un euro y “tú te las apañas”. Montajes y escenografías al estilo Ágora pasan una vez cada eclipse lunar, así que los de la pandereta y el futbolín son los maestros de los personajes definidos, cotidianos y de ideas (yo lo creo) semi o enteramente elaboradas. Tenemos una cantera de actores, más allá de niños de Física o Química, para hacer platos de cocina de 5 estrellas. Hay talento en todos los campos, pero faltan recursos. Y ajústense cinturones, que con la crisis las ayudas y subenciones dicen adéu con lágrima en los ojos.

Era yo archienemiga del maricón, el sexo explícito y los diálogos lentos, pero de un tiempo aquí, volviendo a lo de la oportunidad, difiero y perfilo la idea. Nuestro cine, es tan nuestro que tarde o temprano das con una historia muy de nuestras calles.

Y la calle y el cine son amantes que se cuecen y enriquecen la mar de juntitos.